¡En esta colonia no hay niños!
- Daniela Pulido
- Feb 26, 2020
- 2 min read
Updated: Apr 28, 2020

Frecuentemente, como adultos, olvidamos la importancia de los espacios
compartidos. En especial, cuando hablamos de las colonias que habitamos. Nos
hemos acostumbrado a los fraccionamientos amurallados y a los canceles con
picos en las puntas. En la batalla por sentirnos protegidos, hemos perdido aquellos
espacios que en nuestra infancia solíamos reclamar como nuestros. Esta reflexión
la tuvimos hace unos años; aquí va la historia.
En el 2017 éramos una pareja recién llegada a nuestra colonia. No teníamos aún
el panorama completo de la comunidad. Es decir, no sabíamos quién realmente
habitaba nuestra zona. Cuando llegó el día de Halloween estábamos en completa
ignorancia acerca de cómo prepararnos para nuestros pequeños visitantes
disfrazados: ¿Cuántos dulces comprar?¿A qué hora empezaban las visitas? ¿De
qué edad sería la mayoría de los niños?, etc.
Para nuestra sorpresa, cuándo hicimos esas preguntas, la respuesta de nuestros
vecinos fue: “¡En la colonia no hay niños! ¡No hace falta comprar dulces!”. Por
supuesto nos sentimos decepcionados. Personalmente, guardaba grandes
momentos de cuando era niña y me llenaban la bolsa de mis dulces favoritos en
compañía de mi familia. Independientemente de las creencias y percepciones que
algunos tienen sobre Halloween, nosotros creemos que es un pretexto perfecto
para acercarnos como vecinos y participar en un espacio de colectividad.
“Pero... ¿y si de casualidad un niño toca a nuestra puerta?”, le pregunté a mi
esposo. No quisimos dejar de lado esa posibilidad y dejamos las luces prendidas.
Resultó tener razón nuestra corazonada. Al cabo de unas horas, nos vimos
obligados a correr a la tiendita por más dulces. Ese día nos encontramos con
niños felices agarrados de las manos de sus papás, quiénes nos saludaban
agradecidos. Las calles vieron pasar a superhéroes, princesas, fantasmas, etc.
Todos recorriendo un espacio que normalmente ocupan los carros.
Al encerrarnos, no nos damos cuenta de nuestro entorno o, a quiénes afectamos
con las decisiones que tomamos como individuos. Las siguientes generaciones
merecen la oportunidad de crear recuerdos en las calles como una vez lo hicimos
nosotros. Tenemos la responsabilidad como adultos de brindarles a nuestros niños
un espacio seguro fuera de casa. Uno donde puedan explorar libremente, correr y
jugar. Lo mejor de todo, es que no hace falta más que volver a abrir nuestras
puertas.
Pd. El próximo año en Halloween prenderé más luces. Y también compraré más dulces.
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